26 febrero 2005

Sección literaria

Relato de Sara Soler.

El vampiro arrepentido

…Mire usté, que ya es hora de cerrar el bar. Hombre, que son las seis de la mañana y aunque el pueblo esté en fiestas yo tengo que dormir, ¿sabe?, que si no mañana vendrán los muchachos a por unos tercios y yo no estaré pa ná. Y este bar es el único sustento de la familia porque ni mi mujer ni mis hijas trabajan, las tías perras, tol día sentás haciendo punto de cruz. ¡Ya ve eso pa qué sirve! ¿Pa qué quieren tantas sabanitas con florecillas y cojines pa l’ajuar? Que ahí las tiene, que se van a quedar pa vestir santos…
¿Quién me ha mandado beber un café esta noche? Pero toda la culpa es mía, porque no debería haber comido tanto… Siempre me pasa lo mismo, ya digo yo que tanta hambre es mala para la salud porque luego tengo un sueño terrible. Y lo de hoy ha sido ya demasiado, ¡qué ganas tengo de tumbarme! Pero es que eso me pasa por hacer lo mismo que los demás… Beberme un café, yo, ¡qué ocurrencias! Y ahora aquí, en un bar, aguantando a este pesado. Está amaneciendo ya y sigo sin tener sueño, ¡y tengo que descansar!…
Aunque creo que ni eso, que no las aguanta ni Dios. Aún me pregunto por qué soporto yo a la madama, si es una tiquis-miquis, que cuando yo estoy como una olla exprés ¡es tocarla y enfriarme! Lo único que me ha dao han sio tres chiquillas rancias que no salen de casa más que pa ir a misa tos los días. Ya ve usté, qué vida más perra…
“Vida perra” Vida perra. Ésa es la mía. Con lo feliz que he sido, bueno y malvado a partes iguales cuando salía de joven a buscar por las noches. Creo que me he hecho viejo, ahora ni me atrevo a seducir a esas muchachitas que salen a escondidas de sus casas al atardecer… Ya me lo dijo un día mi maestro, que con el tiempo iría haciéndome blando y sentimental. Pero es que los veo tan sanos y felices que prefiero no acercarme a ellos.…
Con lo feliz que yo era en la época de la mili, con los amigachos y el garrafón, tiraos por el campo con las ovejas, contando chistes verdes y silbando a las mozas que pasaban por el camino. “¡Guapa!”, decíamos a toas, no fuéramos a quedar mal con ninguna, ¿eh? Pero tampoco gritábamos mucho, pa que no vinieran los padrinos a pedirnos los cuartos pa la boda. Porque, mire, aquí donde me ve, yo no quería casarme, que con ir cada quince días a una casa de señoritas y desahogarme yo solito me conformaba....
¿Casa de señoritas? Pero ¿de qué me está hablando? Menos mal que quería que me fuera porque tenía que cerrar… El problema es que ya está amaneciendo y a ver cómo salgo yo de aquí. Aunque, a lo mejor, con un poco de suerte consigo dormirme gracias a este personaje.…
Porque yo siempre he sio mu robusto, aunque ya ve en qué poquita cosa me he quedao. Si una de esas mozuelas de ahora me hubiera pillao en mi apogeo, la pobre se habría quedao en los huesos, to se le habría ido gritando de gusto. No exagero, ¿eh? ¡Pregunte! ¡Pregunte por el pueblo! Pero no a mi mujer, que de tan santurrona ni abría las piernas. Aún no sé ni cómo ha tenío tres hijas. Deben de ser del Ejpíritu Santo, por eso van pa monjas. Usté tiene cara de tener hijos, ¿a que sí?...
¿Hijos? Yo no sé qué es eso, a mí nunca me han querido. Sólo me interesaban las jóvenes porque su carne y su sangre eran frescas. De todas formas, ni loco habría tenido niños, más que nada para que no heredaran mi maldad. No sería justo por mi parte condenar a un inocente con esa tortura. Estoy cansado de esta vida que he elegido, estoy harto de tener que beber café para no dormirme por las noches aunque luego tampoco pueda pegar ojo durante el día. Quiero descansar ya de una maldita vez. ¡Que alguien calle a esta cotorra!…
Espero que le hayan salío mejores que las mías… Está mu pálido. ¿Quiere otro café? A ver si se espabila, que está más blanco que las paredes del bar, aunque no me extraña porque hace casi diez años que no pinto y aquí la gente no viene más que pa fumar. Son unos guarros. Algunos, no todos, que el rector es una persona mu limpia, un melindroso diría yo, que viene con sus manitas de no haber trabajao en su vida, con las uñas limpias y cortaditas toas iguales. Si yo ya digo que es un finolis, que si tuviera un chavalillo ése no iba ni a catequesis ni a misa, no fuera que le pusiese esas manitas encima, o por detrás, que sería peor…
Mis tripas rugen, parece que tengo hambre, aunque tal vez no sea más que el café que me he tomado, que siempre lo revuelve todo. Necesito comer algo otra vez, pero no puedo salir del bar porque es casi de día y el sol no es bueno para mí. A mi alrededor no hay ningún lugar donde poder echarme y descansar algo. Este viejo me está martirizando, habla solo. Seguro que cualquiera de mis antiguos amigos no lo habría aguantado. Yo sé lo que habrían echo con él……
Por cómo me mira creo que no tiene hijos, mejor. ¿Y mujer?...
- No.…
¿Tampoco? Usté es un hombre listo, sí señor. Aunque, mire, por experiencia le digo que se puede no tener esposa, pero lo de los hijos… Eso ya es más difícil. Vigile dónde se mete, o dónde la mete, que es más importante, que cualquier día de éstos le salen mocosos por ahí pidiéndole pan y vino. No se lo diga a nadie, pero yo tengo dos supuestos… Dos supuestos… ¡Coño! ¿Cómo se dice?
- Bastardos.…
Eso, bastardos, pero ya le digo que no lo vaya comentando por ahí, que yo no quiero que vengan ahora a pedirme los duros que no les he dao. Que si no han heredao la cicatriz ésta es porque no son hijos míos…
¿Cicatriz? Sangre… Tengo hambre otra vez. Si como ahora, mañana por la noche no tendré que salir y podré descansar de una vez por todas. Maldito café… Me ha destrozado el estómago, ¿cómo se me ocurre beber eso?…
¿Usté sabe cómo me la hice?
- No.… Vaya, si este corte es más famoso en la comarca que el corte de mangas, jajajaja…No, no tengo que pensar en eso…
Este hombre no… Es de día… Pero tengo que salir de aquí y si no como algo desapareceré nada más salir del bar, de puro cansancio. ¡Quién hizo que se me pasara por la cabeza convertirme en lo que soy! De nada me sirve arrepentirme ahora.
… Pues resulta que en la guerra estaba yo con un rifle de esos largos, ¿sabe cuáles digo? Esos que son grandes grandes y que de un balazo matas a tres soldaditos…Este hombre va a darme justo lo que necesito.
… ¿No me cree? Pues mire, que resulta que acababa de matar a tres de ésos cuando me vino por detrás un amigo suyo to rabioso, me cogió y me dio un navajazo en la mejilla. Y yo sangraba y sangraba…
_ ¿Sangraba?
_ Sí.
El cliente se levantó despacio, casi sin fuerzas, del estrecho taburete en el que se había sentado y acarició la cicatriz del dueño del bar.
_ ¿Sangraba aquí mismo?
_ Sí, justo, justo… Ahí… ¿Qué hace? Oiga, suélteme, que si usté quiere un hombrecillo váyase a otro lugar, ¡que yo soy mu macho!La leve caricia del vampiro se convirtió en una fuerte presión en torno al cuello del dueño. Acercó sus dientes amarillentos, poco afilados ya por el paso de los años, y el hombre comenzó a desaparecer entre sus brazos, consumido.Maldito café. Un día de éstos me va a matar.
Dejó el cuerpo inerte en el suelo y echó una última ojeada al bar mugriento. Sólo le quedaba una salida. Demasiado dolor ajeno sobre sus espaldas, tantos remordimientos acumulados, lágrimas resecas en sus mejillas. Se prometió no volver a llorar más a escondidas. Juró que no bebería más café.Sólo una solución.
Y ésta se presentaba fuera de la taberna.
A pleno sol, desapareció dejando atrás la estela de muertes de un vampiro arrepentido.

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