26 septiembre 2007

¡Qué tiempos aquellos!

Ya era hora de volver por aquí, de verdad que tenía ganas. Entre exámenes, matrículas y varias cosillas más he tenido que aparcar un poco el blog. Ahora que encuentro un ratito voy a escribir alguna tontería.
El caso es que el sábado en el programa este chungo de Telecinco que se llama la Noria (desventajas de no salir un sábado por la noche) dieron un repaso al año 1993. Por fin un año que recuerdo bien. Tanto lo recordaba que me vino a la cabeza una canción que escribimos una amiga y yo dando un repaso a la sociedad del momento, cuando teníamos doce años. Éramos como “Las niñas” pero sin el punto Choni, más rollo cantautor. En fin, que como lo guardo todo, encontré el manuscrito de la canción y aquí os la pongo para que veáis lo inspiradas que estábamos en los 90 las niñas de 12 años.

Junto a la repisa del balcón
Toda nuestra vida se ve mucho mejor.
Ya estoy harta de tanto empollar
Hasta me parece que voy a explotar.
Volveré a las nueve o algo más.
Junto a los colegas todo va a cambiar:
A la disco nos iremos, unas cañas beberemos
Y bailando el bacalao todo el mundo está flipao’.
Pelea entre dos amigas, los carnets falsificaos’,
Un porrito entre amigos pasará de más.
Pero luego ya se acabará.
Otra vez a casa, hay que descansar,
Mañana prontito a madrugar
Da un bote de la cama y todos a estudiar.
Luego llega el domingo, todo el mundo a votar
A mí me da lo mismo el Felipe o el Aznar.
Todos dicen lo mismo, la crisis va a acabar
Pero con esta marcha la cosa seguirá.
Vote a Izquierda Unida, vote al PP,
Vote al PSOE o vote al marqués.
Y ahora me despido como Antonio Anglés,
Me voy por las de Alcàsser y no me cogeréis.

02 septiembre 2007

De vuelta a la realidad

Todo lo bueno se acaba y las vacaciones no son una excepción. Muestra de ello es que ya estoy de nuevo en Valencia, capital del viento de poniente que te mata de agotamiento o/y asfixia.

Echo de menos Andorra en algunas cosas.
Por ejemplo, he pasado de dormir con mantita y edredón a dormir con el aire acondicionado hasta las 6 de la mañana.

Echo de menos las excursiones y no saber donde ni qué vas a comer ese día. Si te van a timar en el restaurante y te van a cobrar 48 euros por tres menús del día o si va a ser la mejor comida del año en el restaurante con mejores vistas y mejor trato de tu vida.

Lo que está claro es que no iba bien equipada en cuanto a ropa. Quién podía esperar que al subir en el funicular a las pistas de esquí (sin nieve) nos íbamos a poner en 3ºC de temperatura. ¡Ni en los peores inviernos valencianos! Y yo con una triste sudadera...

En el funicular, antes de congelarme. Se nota que no sabía donde me metía.

No, no me resfrié, pero me duelen las piernas muchíiisimo.Creo que es de tanto subir y bajar cuestecitas y escaleras. Y es que Valencia es plana y una no está hecha para subir y bajar montañas.

Lo que más me gustó fue la excursión al Santuario de Meritxell donde me infiltré entre unas monjas que llevaban un guía y me enteré de toda la historia del lugar. Y ni tuve que rezar ni nada.



Santuario de Meritxell


Lo bueno de Andorra también es que aunque es otro país no hace falta saber idiomas. Con saber hablar valenciano - catalán llegas a todas partes. Hasta se me pegó el acento. "Bona tarda, si us plau una taula per a tres". ¡Qué grande es saber idiomas!

Ahora, mientras estudio por las tardes Producción de diarios y revistas se me van los pensamientos que no paran de dar vueltas a dónde puedo ir el año que viene para salir de la rutina. Pero esta vez quiero un viaje de verdad, en condiciones. Viene a mi cabeza París. ¿Quién sabe?