01 enero 2007

¿Otro café?


Primer día de enero y ya me encuentro con algo diferente. Qué deprisa aparecen los cambios este año...
Esta tarde estaba paseando justo por delante del instituto Sorolla en el que estudié BUP y COU, por aquél entonces se llamaba I.B Sorolla, ahora I.E.S, cosas de la ESO. Es un instituto feo: estructura entre fábrica y cárcel, color gris y ventanas enrejadas. Ahora ya no les dejan salir a la calle durante el recreo, pero cuando los de mi generación y otras tantas asistíamos a clase en este centro solíamos pasar los momentos sin clases en una cafetería de enfrente llamada Emar.

Al recordar esto, he mirado en dirección a la esquina donde se encuentra y me he topado de bruces con una sucursal del BBVA. Sí, nuestra cafetería ha sido sustituída por un banco. Qué típico y qué triste a la vez. No podía ser otra cosa sino un banco. A mi mente ha venido una estrofa de una famosa canción de Sabina:

"No había nadie detrás de la barra

del otro verano, y en lugar de tu bar

me encontré una sucursal del banco hispano americano.

Tu memoria vengué a pedradas contra los cristales.

Sé que no lo soñé,

protestaba mientras me esposaban los municipales".
Y eso hubiera querido hacer yo, liarme a pedradas contra ese banco que ocupa el espacio donde antes estaba nuestro lugar favorito para echar los ratos libres o sitio de quedada cuando salíamos a tomar algo con los amigos.

En el Emar estudié algo de la selectividad una tarde que llovía y no quería irme a casa, mientras en la mesa humeaba una taza de café.

Allí también nos escapábamos de alguna clase aburrida que no queríamos escuchar ese día y preferíamos ocupar esa misma hora en charlar y tomar algo.

En el Emar, Vicente, Bárbara y yo, que por entonces éramos los tres mejores amigos del mundo, planeamos un viaje a Barcelona que nunca se llevó a cabo. Y ahora ya no sé qué es de ellos.

También en compañía de Vicente pasé la tarde del 11-S en el segundo piso del Emar mientras veíamos la imagen de las torres viniéndose abajo una y otra vez en el televisor y hablando seriamente sobre el porqué de todo aquello.

En definitiva, ha sido protagonista de muchas ocasiones en las que nos encontrábamos una tarde y surgía la eterna pregunta: ¿Dónde vamos?... Pues vamos al Emar... Vale.

En fin amigos, todo cambia. Los lugares, los amigos, las situaciones... pero siempre habrá alguna cafetería abierta donde pasar una de esas tardes hablando de cualquier cosa con quien más te gusta estar.

¿Otro café?

3 comentarios:

quieroseryo dijo...

Efectivamente todo cambia, amigos, novios/as y lugares donde siempre era nuestro punto de reunión para tomar el café y principio de nuestras citas con los amigos o pandilla para salir de juerga. Este lugar también era un bar, hoy una sala de juegos de azar, siempre que paso por delante recuerdo con nostalgia todos aquellos encuentros de pandilla.
Pero siempre queda alguien de todas aquellas amistades que se mantiene junto a ti, que comparte tu vida como un familiar más, me gustaría que esto también te hubiera pasado a ti, que por tu comentario no fue así. Muchos recuerdos, que pasan casi sin darte cuenta y ves lo triste que a veces es la soledad.
Si te hubieras atrevido a tirar piedras contra la fachada del banco, donde estarías?
Vale más los recuerdos, tomado un café aunque sea en otro sitio, que es lo mas bello que podemos tener de nuestro paso por esta vida. No crees.

JavierSanBernat dijo...

Cuando un día cualquiera se nos ocurre recorrer todos y cada uno de los lugares que frecuentábamos de jovencitos, en la mayoría de ocasiones nos sentimos impotentes ante la desaparición de los espacios que al desaparecer o reconvertirse se llevan también parte de nuestras vivencias, así son las cosas y así de implacable es el tiempo. Siempre hay una mesa en concreto donde fue la primera vez que cogimos la mano a nuestro primer amor o fue testigo de nuestros amoríos y ¿como no?, de aquellas charlas interminables que nos traen a la memoria a todos aquellos con las que las compartimos, ese rinconcito donde hoy se sienta el cajero, guarda tantos y tantos momentos… al mirar es como si buscáramos un culpable a nuestra nostalgia, malditos bancos…

Anónimo dijo...

Será por cafeterías... (y por bancos).